Autor: John Freddy
Duitama M.
Desde hace ya varios años, los diferentes actores del Sistema Nacional de
Ciencia y Tecnología reclaman a la universidad desarrollar una investigación que
sea pertinente. Pero, ¿qué es investigación pertinente?, ¿cuáles son las
implicaciones del uso de este término en la definición de las políticas de
investigación universitaria?
Para el Diccionario de la RAE, pertinente se entiende como aquello que viene
a propósito; definición que puede asimilarse a la cualidad de guardar relación
de afinidad y validez con algo. En el
contexto de la universidad, puede entenderse entonces, que la investigación
pertinente es aquella afín a la misión de la universidad y al estado de
desarrollo, económico, social y cultural del país en un entorno de
globalización.
Es de la esencia de la universidad crear conocimiento
de base y ayudar a resolver los problemas científicos e
intelectuales de la humanidad. Sin embargo,
la universidad del siglo XXI enfrenta nuevos retos que no eran tan
evidentes hace unas décadas; esto es, contribuir a la solución de los problemas sociales,
ideológicos, políticos y económicos que enfrentar los países en donde se
encuentran. Una buena estrategia para
enfrenta ambos retos, el tradicional y el que hoy se evidencia, es combinar de
manera adecuada el desarrollo de la investigación básica y de la
investigación aplicada.
En el contexto colombiano, que la actividad
investigativa desarrollada por la universidad sea pertinente, requiere
considerar además ciertas realidades: un país con escasa tradición científica, en
donde el desarrollo sistemático de la investigación es una realidad
relativamente reciente; en donde existen pocas empresas con departamentos de I+D+i
y con una clase política que poco sabe del quehacer científico y sin presupuestos
programáticos que articulen las necesidades de nación-región a largo plazo.
Dentro de este ámbito de incipiente actividad
científica y poca madurez de los actores que la dinamizan aparecen algunas
visiones que pesan en el momento de entender el término pertinencia
Desde la universidad, todavía hay un sector de la
comunidad académica que respaldado en las tradicionales visiones de autonomía
universitaria y libertad de cátedra, ven todo punto de vista externo como
intromisiones no deseadas en el rumbo de la actividad académica e
investigativa. Esta concepción llevada al extremo ha dificultado la
definición de agendas institucionales de investigación, provocando que cada
investigador o cada grupo de investigación defina su propia carta de navegación
sin mucho interés por acoplarla a la comunidad académica de su institución y
mucho menos con el entorno regional y nacional. Es necesario reconocer que el
dinamismo de una investigación basada en grupos disciplinares, si bien
contribuyó en la fase inicial de implantación y ampliación del
sistema de investigación universitario, también generó una federalización de
prácticas que poco coadyuvan a la construcción de agendas institucionales de
I+D+i.
Desde las empresas existe una fuerte tendencia a creer
que la investigación pertinente es aquella que resuelve problemas de corto
plazo, cuya solución genera un incremento inmediato en su nivel de ingresos. A
pesar de ser válida su preocupación por el día a día, es evidente que por la
naturaleza de los proyectos de I+D+i, ellos no están orientados a resolver este tipo de problemas.
Para muchos de los empresarios son poco conocidas o no tienen el interés de
participar por ejemplo en las modalidades de cofinanciación que hoy ofrece
Colciencias. Es típico que los proyectos presentados a esta convocatorias sean
de transferencia tecnológica o de modernización de las practicas productivas,
pero poco tienen que ver con construir capacidades de largo aliento, lo que
implicaría moverse en la incertidumbre ligada a cualquier proyecto de I+D+i y a
la inversión de capital de riesgo.
Desde la política, la principal preocupación de
quienes nos gobiernan es lograr a tiempo la ejecución presupuestal anual y
cumplir promesas de campaña. De nuevo, la pertinencia está condicionada por
preocupaciones pensadas en el corto plazo.
Desde la actividad institucional la dispersión es la
constante. Cada institución del estado, ente no gubernamental o gobernante de
turno elabora su propio mapa de prioridades, que con frecuencia no
coinciden con los de otros actores regionales y que finalmente se convierten en
un obstáculo para el trabajo coordinado y concertado. Son escasas las
experiencias en el país de proyectos de desarrollo regional liderados por el
estado y convocando a los actores económicos, sociales y políticos para aunar
esfuerzos en potenciar una región mediante un esfuerzo sistemático y de varios
años alrededor de un programa común de trabajo.
Surge entonces la pregunta, cómo encontrar un
significado común o por lo menos convergente al término investigación
pertinente?
Experiencias de varias partes del mundo han mostrado
que la innovación y el incremento de la competividad van de la mano de una
estrategia de formación de personal calificado y una intensa actividad de I+D
liderada y articulada por el estado, pero que involucre a todos los otros
actores alrededor de un proyecto común; también es necesario que estas
estrategias de corte estructural no se definan en función de un periodo de
gobierno.
En este marco de ideas, las empresas podrían desarrollar
sus propios departamentos de I+D+i, o establecer alianzas de largo plazo con
las centros de investigación y universidades para desarrollar programas ligados
a su visión de negocios.
Las universidades podrían asumir el compromiso de
aumentar en número y en calidad los programas de posgrados de corte
investigativo, así como establecer agendas institucionales de investigación
básica y aplicada, que sin entrar en contravía con la libertad de cátedra,
orienten la definición de prioridades en el momento de invertir los escasos
recursos disponibles.
En esta misma dirección, vale la pena anotar que la
ley 1530 del 2012, que regula la organización y el
funcionamiento del sistema general de regalías, tiene entre sus propósitos destinar
recursos para incrementar la capacidad científica, tecnológica y de
competitividad de las regiones. En principio esta es una buena
oportunidad para trascender del inmediatismo y la dispersión en
propósitos y acciones.
En el caso particular de Antioquia, existen
una serie de iniciativas orientadas a incentivar acercamientos puntuales entre
los agentes del sistema de CT+I regional, aunque todavía estamos lejos de
contar con una agenda que todos los actores respalden, liderada desde del
estado y pensada como región.
La construcción de la agenda regional debe desarrollar
estrategias diferenciadas por subregiones y para el área metropolitana;
articular sectores claves como la minería, los recursos marítimos, la
agroindustria, la salud, las TIC; articular los actores ya existentes, como es
el caso de Tecnova, los centros de excelencia, los cluster por sector económico,
la SIU, RutaN, entre otros; así como financiar actividades que propendan por la consolidación
de capacidades científicas de los diversos actores – universidades, industria,
gobiernos regionales-; y concebir los
fondos de capital de riesgo necesarios para dinamizar emprendimientos e ideas
innovadoras que resulten de todo el proceso.
Estimado Fredy, este análisis es muy pertinente. Especialmente en esta coyuntura en la que necesitamos energías limpias, la utilización de las basuras, la construcción de mejores carreteras, etc... Y todavía no nos hemos adaptado a esta realidad.
ResponderEliminarComparto completamente la idea de que nuestra visión insular y aislada es la que nos ha metido y mantiene en esta condición de impertinencia.
Hola Fredy. Desde lo que he podido estudiar y analizar hasta el momento, me inclino por una pertinencia centrada en la satisfacción de necesidades desde la perspectiva del desarrollo humano en armonía con la naturaleza. Es increible, cómo con la tecnología actual aún tenemos parte de la población mundial en condiciones muy bajas de satisfacción de necesidades y -peor aún- destruyendo la naturaleza.
ResponderEliminarCreo que debemos hacer un alto en camino en medio de esa carrera por la creación de productos y servicios desarticulados de una reflexión sobre el desarrollo humano y su impacto en la naturaleza. Esto requerirá además una intregración multidisciplinar, pues la identificación de necesidades y la determinación del impacto en la naturaleza no parece ser una tarea sencilla como para abordarla desde una sola especialidad. Yo soy optimista al respecto, dadas las facilidades de comunicación y el avance en los niveles de educación de los individuos en las diversas sociedades.